jueves, 15 de diciembre de 2011

Profe: ¡Se está copiando!

El aprendizaje de las letras lo iniciaremos con las minúsculas porque   entendemos que sus trazos tienen menor dificultad que las mayúsculas. Primero, las vocales.

La mayoría de las letras se pueden hacer sin interrumpir el trazo del lápiz sobre el papel (hacia delante y hacia detrás, hacia arriba y hacia abajo,…). Como te hemos dicho, todas las letras quedan enlazadas, verticales y con trazos redondeados.

Es evidente que los “palitos y/o barriguitas” de la parte superior (b-d-f-h-k-l-t) o inferior (f-g-j-p-q-y) de las letras sobresaldrán del renglón de dos rayas, bien por arriba bien por abajo. Las letras quedarán muy proporcionadas y verticales. La caligrafía resultante tiene poco que ver con la que se refleja en este escrito.

Una vez hayan aprendido este tipo de caligrafía, que no es único ni excluyente, cada alumno irá plasmando su singularidad caligráfica en el transcurso de los años. Y que habrá que respetar al tiempo que se seguirá exigiendo la debida corrección.

Todas las letras que enseñes estarán acompañadas por gestos y algún estribillo adecuado que facilite el trazo. Investiga porque nosotros no debemos entrar en el detalle de cada letra.

Ya sabes que el dictado se inicia desde que hayan aprendido la segunda letra y utilizando gestos y estribillos. Algunos de tus alumnos es muy posible que, en sus mesas, repitan los gestos y estribillos antes de escribir lo que les dictes. Déjalos.

Antes de que algún alumno pudiera tener la tendencia a copiarse de otro deberás prevenir a todos indicando que nuestro trabajo escolar es personal y honesto. Y el hecho de  tener faltas es “bueno” para poder corregirlas, afianzar el aprendizaje y conseguir que el alumno con más dificultades se sienta orgulloso de su esfuerzo. Y como las notas no importan…

Todos los dictados que hagas con tus alumnos, en primero y segundo de primaria, serán preventivos: Primero lo escribes en la pizarra, lo lees con tus alumnos, les adviertes, con sincero énfasis, para que se fijen en las posibles dificultades que pueden encontrarse y que tú les indicarás (incluso preguntando “dónde nos podemos equivocar”), se vuelve a leer…y se borra de la pizarra. Cuando tus alumnos adquieran la suficiente soltura lecto-escritora lo dicho anteriormente lo hará el alumno, uno diferente cada día, designado por ti. Como no alcanzarán con su mano al renglón para señalar se podrían ayudar con una regla.

En estos inicios del aprendizaje de la lecto-escritura los dictados, lógicamente, serán cortos: sílabas con las vocales y consonantes que vayan aprendiendo, palabras con las letras aprendidas, etc. Cuando lleguen las mayúsculas, pues igual. Tus alumnos, maestro novel de un primer curso de primaria de un colegio público, irán desprendiéndose poco a poco de la ayuda que suponen los gestos y estribillos aprendidos. Incluso llegarán a decirte muchos de ellos que, una vez aprendido todo el abecedario (minúsculas y mayúsculas), no los hagas tú por innecesarios. Siempre que algún alumno manifieste que necesita esa ayuda se facilitarán los gestos y estribillo que correspondan.

Si alguien os observara en el tiempo de lecto-escritura se quedará sorprendido al verte a ti y a toda la clase moviendo los brazos haciendo gestos y coreando algún estribill o. A tus alumnos les divertirá. De eso se trata, de que aprendan casi jugando.

Como te hemos dicho, los dictados hay que corregirlos una vez hechos:      

Te vas a la pizarra y, dentro de los consabidos renglones anchos de dos rayas, escribes el dictado realizado (con gestos y estribillos). Ellos tendrán abiertos sus cuadernos para comprobar si tienen faltas; no podrán utilizar ni el lápiz ni la goma. Es  mejor que tú, por ahora, los corrijas para ir apreciando las dificultades de cada uno y así plasmarlo en cada ficha de seguimiento. A diario.                                                       

Las faltas del dictado se corregirán bien dos veces. Lo comprobarás.

Al principio el tiempo que dediques a la lecto-escritura irá adecuándose a las circunstancias que se te presenten. Poco a poco te fijarás como meta un mínimo de una hora diaria.

Ya trataremos, si ha lugar, lo de la lecto-escritura cuando ya dominen estos inicios.

Saludos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Profe: ¿Está bien la “o”?

En la pizarra trazarás renglones, bastante anchos, de dos rayas. Tus alumnos deben tener sobre sus mesas libretas de ese tipo. No admitas cuadernos con renglones de dos rayas muy juntas. Sería una tortura ineficaz.

Al margen de los renglones trazados, en otra parte de la pizarra, escribirás grandes “o” enlazadas sin olvidarte, conjuntamente con tus alumnos, del estribillo y gestos indicados en escrito anterior.

Llega el momento de colocar la “o” dentro de los renglones de la pizarra.

A propósito escribirás algunas “o” que se salgan del espacio del renglón y les indicarás que así no está bien, que queda feo y que es mejor rectificar. Borrarás la “o” que esté mal y la volverás a escribir correctamente.

Invitarás a algunos niños a que salgan a la pizarra y escriban la “o” dentro del renglón (algo ancho). Siempre con el acompañamiento de todos en los gestos y estribillo. Si alguno se sale del espacio de las dos rayas del renglón, se rectifica y se le anima a que lo haga bien. Todos los que salgan merecerán elogios y aplausos.

Si alguno tuviera especial dificultad en el dominio del trazo, “provocarás” que sus compañeros (en éste y en todos los supuestos que se te puedan presentar en tu labor docente), libre y espontáneamente, manifiesten su comprensión, cercanía y ayuda para la superación del problemilla. Aparte de tu actuación profesional.

Luego podrías preguntar: ¿Fácil o difícil? La contestación colectiva, y tu forma de actuar, los impulsará en el aprendizaje con optimismo, seguridad y de forma relajada.

A continuación les indicarás que escriban en sus libretas solo la mitad de un renglón con “o” enlazadas y procurando no salirse de los márgenes.

¿Por qué solo la mitad del renglón? Les indicarás que a tu clase no se va a perder el tiempo y a cansar, inútilmente, la mano y los dedos. Si se hace bien y se domina el trazo con medio renglón sobra el otro medio. Y, de verdad, que sobra.

Te adelantamos, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, que tus alumnos harán poquísimos copiados, solo los necesarios, ya que ese tiempo deberán dedicarlo a otras actividades muchísimo más necesarias y gratas: vocabulario, comprensión lectora, dictado, composiciones, poesías, etc.

No te recomendamos que acudas a copiados y coloreados como táctica para ocupar el tiempo. No.

Eso sí, tienes que corregir todo lo que escriban. A los alumnos que se equivoquen les ayudarás en tu mesa, si es preciso, cogiéndoles la mano para que afiancen el trazo con el lápiz. Luego, ellos volverán a hacer solos cinco o seis “o” (no más) y te lo enseñarán.

El aprendizaje diario de una letra, con los gestos y estribillo que corresponda, irá necesariamente unido a su escritura. Fácil como hacer la “o” con un canuto.

No fomentes ni permitas nunca que tus alumnos interioricen una excesiva exigencia y perfeccionismo al cumplir sus obligaciones. Las cosas hay que hacerlas bien pero sin caer en obsesiones y actitudes neuróticas que los pueden hacer sufrir en la vida.

No te asustes con estas responsabilidades. Conforme lo vayas haciendo verás que no agobia, que facilita tu labor y que los excelentes resultados (modestia incluida o excluida) te integrarán a ti, a tus alumnos y familia, en el proyecto educativo común que nos ocupa.

Saludos.

viernes, 9 de diciembre de 2011

¡Por fin!

Te habíamos prometido en anteriores ocasiones comentar algo sobre la lecto-escritura. No deberíamos haberlo hecho. Antes de continuar ya estamos más que arrepentidos del ofrecimiento. Verás.

Es una auténtica ridiculez lo que viene a continuación. Tratamos de trasladarte, ¡por escrito!, lo que se podría hacer el primer día de inicio de la lecto-escritura. Además de prolijo puede ser casi una inutilidad.

Nos vamos a limitar solo a una letra. No esperes más.

Lo primero es trasladarles (relajación, tono de voz…no lo olvides) que todos ellos conseguirán con suma facilidad dominar la lecto-escritura, que estarán merecidamente orgullosos de ello y que se les abrirán nuevos horizontes insospechados.

Como en casi todo hay diversos métodos de reconocida eficacia. Comentamos uno muy conocido que, quizás, pudiera complementarse con la aplicación simultánea de otro.

Empezamos, y terminamos, por la “o”.

Delante de tus alumnos emitirás el sonido “o” al tiempo que con los dedos pulgar e índice de tu mano formas una “o” sobre tus labios abiertos. Todos tus alumnos te imitarán, sin gritar, y el sonido de la “o” llenará el aula varias veces. Si quieres que utilicen tu misma mano tendrás que darles la espalda y volver algo el cuello para comprobar que todos lo hacen correctamente.

Puesto delante de ellos los invitarás a que realicen con la misma mano que tú (la derecha) un amplio movimiento circular en el aire que se asemeje a la “o”. Vigila, girándote algo, que lo hagan todos correctamente.

Este movimiento tiene dos detalles: Se inicia hacia la parte superior del círculo y retrocede al llegar a lo alto, baja formando el círculo y sube por la derecha buscando el inicio del trazo. Al encontrarlo hace un pequeño lazo cuyo extremo queda libre para iniciar seguidamente otra “o”. Todas las “o” quedan enlazadas y muy redondas (en el aire por ahora).

Lo podrías acompañar con una muletilla, por ejemplo: “Hacia delante, hacia detrás, hacia arriba y da la vuelta” (con un rabito). En algún momento del trazo lo podrías adornar con un sonido como de tren, “pi,pi,pi”. Tus alumnos, al mismo tiempo, repetirán contigo lo que digas y hagas (despacio y relajadamente).

Nos da casi vergüenza facilitar esto que has leído. El próximo escrito, si ha lugar, se iniciará con la escritura de la “o”.

Maestro novel de un primero de primaria de un colegio público, esto que nos atrevemos a escribir da unos resultados comprobados muy eficaces en lectura, escritura y dictado. Y a ellos hasta les resulta simpático.

Saludos.

lunes, 5 de diciembre de 2011

¡Profe, qué guay! ¡Me he puesto como una sopa!

Continuamos con algunas situaciones que pueden darse durante el tiempo del recreo y que creemos que sería mejor evitarlas.

Distraerse con otros compañeros o salir al patio con retraso, una vez haya sonado la sirena para entrar del recreo, mientras sus alumnos (y otros que pudiera haber por allí) diversifican sus actividades: unos entran solos al interior del colegio, otros medio forman la fila, algunos revolotean por allí empujando y persiguiéndose, otros siguen jugando por el patio con una pelota y a pecho descubierto…

Y tiempo hubo en el que, si nadie lo impedía, se prolongaba el tiempo de recreo más de la cuenta o, incluso, se tenían dos tiempos de recreo cuando lo preceptivo era uno. Esto ya no suele ocurrir.

Mientras ocurren algunas de las situaciones que hemos expuesto en el patio de recreo es posible que algunos alumnos, sin vigilancia alguna, trepen a las ventanas o a la valla, entren solos al interior del colegio,  se pongan cabeza abajo aferrándose a los mástiles de las banderas, suban (o lo intenten) hasta las canastas de baloncesto o travesaño de las porterías, etc. Si ocurriese algún percance… ¿qué cara ponemos?, ¿decimos que estábamos en el patio?

Estamos de acuerdo en que el patio de recreo y el colegio no forman parte de una cárcel ni los alumnos son peligrosísimos delincuentes. Pero, dadas las circunstancias de la infancia, nos parece que toda precaución es poca. Han ocurrido desgracias…

Cuando suena la sirena para entrar del recreo se puede dar esta peligrosa circunstancia: Muchos alumnos acuden, al galope tendido, a sus lugares asignados del patio para formar la fila (o no). En esa desenfrenada carrera  pueden ser arrollados alumnos pequeños por otros de cierta envergadura y peso. Puede que lo dicho no tenga fácil solución. 

Empieza a chispear.

A muchos alumnos les encanta seguir en el patio mientras se van empapando, algunos hasta se ufanan de estarlo más que otros. Son así.

A veces, no es frecuente, algún maestro no reacciona con prontitud y, sin considerarlo mucho, permite, mientras cae un diluvio o escampa, que los alumnos que quieran sigan por el patio jugando bajo la lluvia. Hay dos alternativas: recogerlos en el aula el tiempo que falte de recreo o dejarlos varios minutos más remojándose…Luego es posible que en los días posteriores pudiera tener en la clase algún que otro alumno de menos debido a los enfriamientos.

No pretendemos, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, ir de modelo en esta apasionante y sorprendente profesión. Lo que aportamos es con la intención de evitar, en lo posible y si lo consideras, el posible  fracaso docente. De nada.

Saludos.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Recreo: ¿Para todos?

Creemos que no se trata de “estar” en el patio de recreo. Así, cualquiera.

En el compromiso contigo mismo y con el proceso madurativo de los alumnos (los de tu tutoría y los demás) se podría contemplar que en el tiempo de recreo el maestro debe estar en el patio, casi sin que se note, observando comportamientos, interviniendo si las situaciones así lo exigieran, a disposición de los alumnos (de tu clase o no) que lo precisaran, etc.

Si te supusiera un compromiso poco acorde a tus circunstancias y que pudiera afectar a tus necesarias relaciones con los compañeros, a tener un tiempo para poderte tomar un café, a disponer de algunos momentos para lo que el cuerpo te pida, flexibiliza la sugerencia. Que solo es eso, una sugerencia.

Antes de salir el primer alumno al patio, o al mismo tiempo, debería haber, al menos, un maestro en el patio.

Y, puestos a estar, y para que se reactive la circulación de la sangre, mejor estar dando vueltas por el perímetro del patio asignado. Sin querer, a veces se han oído conversaciones de alumnos que podían acelerarte el pulso.

Algunas situaciones que se pueden dar en el patio de recreo, entre otras, que reflejamos a continuación y que son muy minoritarias (o deberían serlo), no parecen muy acordes con la retribuida profesión que ejercemos:

Nos llamó la atención alguna vez que algún que otro alumno de magisterio en prácticas permaneciera, día tras día, sin moverse de la superficie de una baldosa junto a la puerta y sin implicarse en absoluto; algún maestro que solo tenía ojos para el periódico, ya que lo estaba leyendo; uso abusivo del móvil con la lógica desconexión de lo que ocurre en el patio (aparte del gasto); estar más pendiente de que no se arrugue o manche la ropa que lleva que de otra cosa; integrarse con otro u otros compañeros formando un corrillo porque tendrán noticias muy importantes e ineludibles que comunicarse, totalmente ajenos a lo que ocurre a su alrededor en el patio (y puede ocurrir cualquier cosa); quedarse casi inmóvil cerca de la puerta de entrada al interior del colegio no pudiendo observar algunos ángulos o zonas del patio; ausentarse del patio unos minutos siendo el único responsable de su vigilancia en ese momento, etc.

Interrumpimos aquí otras situaciones que se pueden dar para que puedas respirar y tomar aliento. Pero seguiremos.

Sí, ya sabemos que no hemos empezado a leer, escribir, calcular, etc. No te inquietes, maestro de primero de primaria de un colegio público, porque lo que hemos venido exponiendo hasta ahora, aunque te pudiera sorprender, va a repercutir muy favorablemente en el aprendizaje de tus alumnos. Que sí, que está comprobado. Ten fe.

Si acompañan las circunstancias, y ha lugar, proseguiremos próximamente.

Saludos.