sábado, 25 de febrero de 2012

Profe: “¡Tú sí que vales!”

 Seguimos con la comprensión escrita ya comentada la vez anterior.

Notarías que los alumnos no escribían en sus cuadernos la formulación de las preguntas. Se trata, insistimos, de que no se cansen copiando lo que no es preciso ni útil.

Al principio tú corregirás las respuestas, puedes seguir esta pauta: Escribes en la pizarra los números de las preguntas, del uno al diez. A continuación vuelves a leer, despacio, el texto de la comprensión escrita.

Leerás cada pregunta y, con la colaboración de tus alumnos, determinaréis la respuesta correcta. Acuérdate que las respuestas ya las tenías tú en hoja aparte.

La respuesta correcta la escribirás en la pizarra, siempre con la letra de caligrafía enseñada, junto al número correspondiente.

Inicialmente tú corregirás y calificarás los cuadernos de tus alumnos exigiendo la coherencia lógica de las respuestas y la correcta ortografía (mayúsculas, signos de puntuación, caligrafía,…). Cuando a cada uno le vayas devolviendo su cuaderno en tu mesa, le harás observar que comprueben con lo escrito en la pizarra los aciertos y fallos de sus repuestas y la calificación merecida. Esto es un proceso algo entretenido, al menos inicialmente, pero absolutamente necesario si te quieres garantizar una comprensión lectora de lujo. ¿Imaginas la repercusión que tiene en todas las áreas?

Algo más adelante, seguimos en primero de primaria, tus alumnos intercambiarán sus cuadernos a la hora de la corrección. Ellos, comparando con lo escrito por ti en la pizarra, corregirán con objetividad los cuadernos de sus compañeros. La calificación, que reflejarás en la ficha de seguimiento de cada alumno, y supervisión te corresponderán a ti. Poco a poco irán cometiendo menos errores en la corrección de los cuadernos de sus compañeros. Ya lo verás.

Igual procedimiento, con las salvedades que correspondan, harás para la corrección del dictado. Recuerda que siempre será preventivo.

Una vez que estén capacitados, tras dominar lo básico del proceso lecto-escritor, para afrontar las actividades de comprensión escrita, dictado y redacción (la trataremos pronto), debes comprometerte con tus alumnos para que cada semana hagáis estos tres tipos de ejercicios escritos. No te debes saltar, a ser posible, ninguna semana.

Importante: No tengas prisa en el desarrollo, corrección, etc. de estas actividades. Si se necesitaran dos días para ello, pues se utilizan. Todo debe seguir siendo muy relajado, tranquilo y sin presión. Y como ya dijimos hace tiempo, y tus alumnos y familias lo habrán interiorizado, que las notas no importan…

Si este ejercicio de comprensión escrita, al igual que el dictado, redacción, cálculo, problemas, etc. desde el inicio lo planteas como una actividad estimulante que les va a reportar satisfacciones de todo tipo, la sana tensión por el aprendizaje y la calidad educativa estarán garantizadas. Tendrás que recordar lo que ya se dijo sobre la forma de dirigirte, relacionarte y compartir los días con tus alumnos.

Una prueba inequívoca de comprobar que vamos por el camino adecuado la tendrás cuando, al indicar a tus alumnos que ha llegado el momento de realizar la comprensión escrita, el dictado, la redacción, etc., te interrumpan a coro con cara de satisfacción gritando: “¡Bien!”.

Alia res:

Algo debe haber en la personalidad, sobre todo en los alumnos de cinco, seis, siete  y más años, que los hace muy permeables a la adquisición de actitudes, valores y comportamientos casi ejemplares aunque lleguen con un bagaje negativo bien de su  2/2 familia bien de otros maestros. O de otra parte.                                                                                                                          

Aunque han sido casos esporádicos, excepcionales, muy minoritarios y que se han podido remediar algo con el tiempo, hemos visto y padecido clases de primero de primaria, y no digamos de otros cursos, que se desarrollaban con más frecuencia de lo esperado en algo parecido a un permanente alboroto y amotinamiento sin orden ni control dentro y fuera del aula: gritos, carreras, amenazas, agresiones físicas y verbales, tareas escolares por parte del profesor y de algunos alumnos voluntariosos casi imposibles de cumplir, salidas del aula sin permiso, comportamientos en el recreo no sometidos a norma alguna, etc.

Si el maestro, lo reconozca él o no, está incapacitado para la docencia (de forma temporal o permanente) y así se constata durante gran parte del curso, es muy perjudicial y doloroso permitir la continuación de ese caos. No se trata de menoscabar los famosos derechos adquiridos del maestro…ni de menoscabar los derechos de los alumnos, familia y sociedad. Todo el tacto, apoyo, prudencia y dignidad serían pocos  para poner remedio, por quien corresponda, a una situación de efectos predecibles e impredecibles nada prometedores en todos los ámbitos, personales y profesionales, presentes y futuros.

Complicidad, silencio, corporativismo, etc. no ayudan a remediar esta tragedia. Porque es una tragedia.

A veces, sin llegar a la situación extrema descrita, sí hay maestros (los menos, los menos) que se adaptan a no rendir lo que se espera de ellos: racanean  o intentan eludir las clases de apoyo que tienen obligación de dar, las dan con poco compromiso y eficacia, corrigen de la manera que corrigen, no le dan mayor importancia a cumplir con la programación y objetivos, no se esfuerzan por sacar adelante a determinados alumnos. Y…lo que es peor: No tienen reparo alguno a la hora de expresarse con hastío, asco, amargura y desesperanza de la docencia y de los alumnos. Incluso en presencia de éstos aunque utilicen otras formas para que el mensaje subliminal les llegue. Encima.

A estos últimos maestros, los menos, los menos, sí que es difícil  frenarlos y enderezarlos. Dentro del aula cada uno es algo así como un virrey, o más. Si los alumnos salen mal preparados y con pésimo comportamiento, podríamos escuchar alguna de estas lindezas: “A mí me llegaron peor de como los he dejado, he hecho todo lo que he podido, este ganado no da más de sí, yo no tengo la culpa de la situación, que pongan más maestros de apoyo, deben incrementar los recursos materiales, la ratio debe disminuir, más sueldo y mayor reconocimiento social es lo que hace falta,…”. Y hasta puede que alguno, para mejorar la calidad educativa, tenga la ocurrente originalidad de solicitar más días de vacaciones.

Como tú comprenderás, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, así no hay forma. Y así nos va.

Que sí, que ya sabemos que la inmensa mayoría de los maestros se exceden en el cumplimiento de sus obligaciones docentes; pero esa minoría con la profesión equivocada sigue minando y arruinando el presente y futuro de demasiadas generaciones.

Si consigues ser, y no lo dudamos, de la inmensa mayoría de los maestros comprometidos y eficaces da por recibido el aliento de un grito actual televisivo: “Profe: ¡Tú sí que vales!”.

Hasta la próxima, si ha lugar.

Saludos.

domingo, 19 de febrero de 2012

La madre del maestro era una santa

Sobre la comprensión oral: Siempre que se practique la lectura u otro tipo de expresión oral podrías aprovechar, empezando cuanto antes mejor, para iniciar la comprensión oral de lo leído o escuchado mediante sencillas preguntas que tus alumnos responderán oralmente. Más adelante, la complejidad de las preguntas irá aumentando para que vayan desarrollando su capacidad de memoria, atención, reflexión e inventiva.

Si te parecen pocas las preguntas de comprensión oral que vengan en algunos textos tendrás que ampliarlas tú mismo.

Es muy conveniente que, si el colegio recibe algún periódico, pudieras disponer de él en algún momento de la mañana para leerles a tus alumnos, brevemente, algunas noticias interesantes, curiosas, advertirles de alguna errata que se haya deslizado en el texto, etc. Evitarás noticias poco convenientes para la edad de tus alumnos o, al menos, las situarás en un contexto adecuado que les ayude en la formación de un criterio lógico, comprensivo y crítico.

La lectura de la prensa diaria, que te llevará poco tiempo, también te debe servir para realizar ejercicios de comprensión oral.

Todo lo de la comprensión oral lo reflejarás a diario, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, en las fichas de seguimiento de tus alumnos indicando las observaciones que correspondan.

No se te debe pasar ni un día en practicar alguno de los ejercicios de comprensión oral. Es esencial para evitar fracasos en lenguaje y en todas las demás áreas.

La comprensión escrita se debe iniciar en cuanto tengan algo dominado el proceso lecto-escritor.

Si las preguntas de comprensión que vengan en los textos te resultan escasas las ampliarás con otras formuladas por ti. Con diez preguntas, incluido un dibujo sobre algún aspecto del texto, creemos que hay bastante para los primeros cursos.

Además de en los libros de texto podrás encontrar otros pequeños textos para comprensión oral y escrita que ya vienen graduados por la extensión y dificultad. Y que aportan las preguntas en hoja aparte y también, solo para el maestro, las respuestas para facilitar la corrección. Búscalos.

El proceso podría ser:

Tus alumnos, con cierto orden, se acercan a tu mesa y retiran de un montoncito una hoja con el texto. Todos, incluido tú, leéis el texto en voz alta una vez. A continuación les dejas unos minutos para que cada uno lo lea, en silencio, en su mesa. Una vez finalizado ese tiempo (sé algo flexible) cada alumno se acercará a tu mesa, dejará la hoja con el texto en el lugar correspondiente y se llevará otra hoja, que será reutilizable, con las diez preguntas numeradas.

Cada alumno, en su libreta con renglones algo anchos de dos rayas, escribirá en columna del uno al diez. Al lado de cada cifra escribirá la respuesta que crea conveniente, empezando con mayúsculas, salvo que se trate de completar una frase incompleta con palabra minúscula, y acabando en punto. Al acabar en sus libretas, debe señalarse un flexible tiempo determinado, se acercarán a tu mesa y devolverán la hoja de las diez preguntas en el lugar correspondiente.

Insistimos en lo de recoger y devolver las hojas que estarán en tu mesa sobre un lugar determinado para que afiancen poco a poco el orden y el cuidado en sus obligaciones escolares. Lo harán con toda naturalidad. Parece una tontería; no lo es.

En próxima ocasión seguiremos con la comprensión escrita y su corrección.  

Alia res.

No hace tantos años se podía ver en algún colegio a algún que otro maestro (los menos, los menos) que formaba la fila en el patio unos diez minutos antes de que sonara la sirena para salir. Quiere decir que, al menos, se ocuparon otros cinco minutos previos dentro del aula para levantarse, recoger y salir hasta el patio. En total, unos quince minutos hurtados a la docencia.

Como la caradura y desfachatez era evidente y pública, y debió de haber alguna observación al respecto, cambiaron (los menos, los menos) el sistema: los formaban en los pasillos del colegio junto a su aula esperando que sonara la sirena. Siguen siendo unos quince minutos.

A veces, cuando empieza a sonar la sirena para salir al recreo o a la casa hay alumnos que, antes de que termine de sonar, ya están casi por la puerta de salida. Quiere decir que varios minutos antes de la señal de salida esos alumnos ya estaban de pie en sus aulas (¿o en el pasillo?) con sus mochilas a la espalda. Aunque la puerta de su aula pudiera estar muy cerca de la salida.

Los retrasos y corrillos de algunos maestros, los menos, en el patio o en las puertas de sus aulas en lugar de estar ya con sus alumnos también suponen reducir el tiempo de docencia.

Si alguien del equipo directivo tiene conocimiento de esos hechos puede que intervenga o que no. El ser designado a la fuerza para un cargo, cierto corporativismo nefasto, el no querer meterse en problemas, etc. pueden afectar a que la corrección sea inexistente o no del todo eficaz. Así nos va. A veces ocurre todo lo contrario. Bien.

Se nos antoja que de los maestros, los menos, que practiquen habitualmente algunos de los comportamientos anteriores difícilmente se podrá esperar que lleven a cabo una medianamente eficaz labor educativa y formativa.

Todo lo anterior, de persistir y aunque sean una minoría, está haciendo un flaco favor a la calidad educativa. Además es muy contagioso, da mal ejemplo a los alumnos y, como decíamos ayer (expresión que tomamos prestada), no ayudará a tener un tejido productivo en este país que lo saque adelante.

Ni Pisa, ni recursos humanos o materiales sobreabundantes, ni bajar la ratio, ni la dignificación del profesorado, ni ná de ná, nos van a servir de mucho para corregir comportamientos muy minoritarios. Ya lo dijimos: No sería mala idea el que los teóricos y responsables educativos elaboraran algunas directrices, empezando por las escuelas de formación del profesorado y terminando en el tajo del colegio, a fin de elevar y garantizar el compromiso moral y profesional de algunos maestros. Menos mal que son una minoría. 

Se dio el caso de un maestro (algo que hacen la inmensa mayoría) que interrumpía las tareas escolares cuando sonaba la sirena para salir. Mientras los alumnos recogían sus cosas, el delegado de curso supervisaba una vez más que el suelo del aula seguía limpio, se recogían o entregaban los libros o cuadernos que correspondiesen…y se formaba la fila para salir, podían haber pasado unos cinco minutos. Y cuando, maestro y alumnos (ya sin fila), llegaban hasta la puerta de salida del colegio, algunas veces podían haber pasado ceca de diez minutos.

A una alumna (6 años) la recogía su abuelo. Más de una vez el maestro pudo oir que el abuelo se expresaba castizamente, farfullando en voz no muy alta y con un tono mezcla de resignación y orgullo, así: “Este hijo…siempre sale el último”. Pues eso.

Saludos y hasta la próxima, si ha lugar.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Docentes y decentes

Otros aspectos de la expresión oral que deberás practicar a diario, alternándolos, con tus alumnos también les resultarán muy interesantes. Deberán realizarlos de pie ante sus compañeros pudiendo dramatizar algo si lo creen oportuno:

Contar, tú ya lo habrás hecho ante ellos en muchas ocasiones, alguna experiencia personal (familia, amigos, vecinos, noticias que les haya llamado la atención, deseos, sueños, programas de televisión, etc.).

Describir alguna ilustración del libro indicando colores, formas, tamaños, personajes u objetos, lugares, acciones, etc.

Simular un encuentro amistoso entre dos alumnos, del mismo o distinto sexo, que se encuentran por la calle, se saludan, entablan un diálogo y se despiden. Habrá que respetar el posible reparo y pudor que, a estas edades, puedan tener algunos niños al expresar sentimientos y manifestar expresiones infantiles de afecto.

Inventarse y narrar una historia a partir de una experiencia, ilustración, etc.

Sin duda, maestro novel de primero de primaria de un colegio público, se te ocurrirán otras prácticas de expresión oral además de las que vengan en el libro de lectura o lenguaje.

Tanto al recitar poesías como en otras actividades de expresión oral es posible que ocurran situaciones algo cómicas que generen risas irreprimibles que todos compartiremos alegremente. Bienvenidas sean.

Otra cosa es que algunos compañeros, aprovechando esa circunstancia, pretendan prolongar innecesariamente y por propio protagonismo una situación con tufillo a burla y humillación del compañero, incluso fuera del aula. Ya sabes, tendrás que advertir con tacto a tus alumnos de esa posibilidad e indicar, sin señalar a nadie, que puede haber niños que pretendan llamar la atención sin darse cuenta de que pueden estar ofendiendo a otros. Y que, desde luego, estás seguro que eso nunca ocurrirá entre vosotros (tú también te incluyes) ya que habéis apostado por pasarlo bien respetando, queriendo y ayudando a los compañeros.

Y hablando de las poesías, ya comentadas en otra ocasión: El formar pareados les entusiasma y divierte. Favorece esta actividad en la que tú también participarás. Más adelante nos podríamos sorprender con algún poeta o poetisa en ciernes.

No sería necesario el que copiaran las poesías en su cuaderno ya que las van a tener en el libro. Como ya dijimos: Copiados, pocos. Reservaremos la escritura para ejercicios más estimulantes y creativos. No hay que aburrirlos.

Las actividades de expresión oral te servirán para corregir defectos de pronunciación, vocabulario, concordancia, etc.

En las fichas de seguimiento de cada alumno reflejarás a diario tus observaciones y calificación. Incluso podrás incorporar palabras mal pronunciadas o utilizadas con significado erróneo a los dictados que se harán en otro momento para que afiancen la corrección.

Como ves, esta profesión es muy entretenida. Y queda más.

Alia res:

No nos va la exageración ni el alarmismo. Ni siquiera la inquina contra algunos compañeros, los menos. Pero tampoco podemos ser cómplices mudos de algunos comportamientos, los menos, dignos de corrección. Por el bien de todos, en primer lugar del propio maestro y sus alumnos. Y después, de la familia del maestro y alumnos, de otros compañeros que padecerán para encauzar nefastos comportamientos escolares y sociales adquiridos previamente por sus alumnos en el colegio, de otros alumnos que podrán sufrir las consecuencias de una mala educación de algunos compañeros, de todo el colegio y de toda la sociedad.

Una regeneración moral y profesional en algunos maestros, los menos, se hace imperativa. ¿Que exageramos? Veamos, poco a poco, algunas cosillas, sin señalar.

Maestros de educación física, los menos, que dedican todo el tiempo asignado, o casi, a tener a los alumnos en el patio jugando a su aire con balones, aros o cualquier otro material deportivo. Vamos, como si fuera más tiempo de recreo.

Podríamos pensar que, a lo mejor, el maestro está esos días enfermo y que es meritorio el que acuda al colegio en lugar se quedarse merecidamente en su casa para recuperar la salud. Puede que algunas veces sea eso lo que ocurra.

Pero a lo que nos estamos refiriendo es a compañeros de educación física, los menos, que, gozando de buena salud constatada, se limitan a estar un día tras otro (o casi) en el patio mientras pasa el tiempo y sus alumnos se aburren aunque a ratos estén jugando a cualquier cosa.

Esos alumnos también están aprendiendo, qué pena, que se puede incumplir impunemente la obligación de trabajar y que se les está hurtando su derecho a formarse debidamente. Lo están viendo y comprobando. ¿Tendremos derecho dentro de unos años a quejarnos de los fraudes y falta de honestidad en el mercado laboral?

Algunos de los maestros de educación física aludidos, que son los menos, cuando se acercan las fechas de las evaluaciones sí desarrollan en el patio algunas actividades programadas con el fin de reflejar las calificaciones correspondientes. Menos mal, algo es algo.

Lo que sí es estimulante y prometedor es comprobar como la inmensa mayoría de los profesores de educación física salen al patio con sus alumnos, desarrollan la programación prevista, anotan las observaciones en sus fichas de seguimiento e inculcan entusiasmo, deportividad e ilusión a sus alumnos. Si el maestro les concede unos minutos al final de la clase para juego libre, vigilado por él, miel sobre hojuelas. Todos contentos.

Procuraremos en próximos comentarios tener este apartado “Alia res” para exponer algunas conductas poco docentes y decentes. Sería conveniente que se indicaran actitudes mejorables en los colegios. Invitamos a que se expongan con ánimo constructivo, sin señalar a personas. No está el país para complicidades y falta de compromisos ante actitudes que nos están llevando a todos a un presente y futuro nada prometedor. Amén.

Saludos y hasta la próxima, si ha lugar.